Como esa hoja
que cae,
así me fui
Perdiendo.
Lento,
lento.
Idéntico
al ritmo
del suspiro
que nunca dejé
salir.
Me hundí,
junto al lamento.
Como señalan
las cruces enhiestas,
en los
cementerios con cara de
impaciencia,
esa estaca, invisible,
que esclaviza mi pecho,
indicando
insensible
el lugar estanco
donde retenemos
todos
los secretos.
de Crisálida
Me gustan las expresiones que empleas, al leer esto me ha producido cierta melancolía, además me ha echo sentir entre el viento otoñal del que ya podemos difrutar.=)
ResponderEliminarGracias, Elisabeth. Desde aquí te mando una brisa aún cálida. Como bien dices, a disfrutarlos, que cada estación nos regala algo que le falta a las otras, ¡mira si tenemos suerte!
ResponderEliminarUn abrazo!... y media docena de los últimos rayos cálidos de Sol de este año!