ESPALDAS
Me desperté viendo como toda aquella gente se alejaba. Y yo, corría detrás de ellos, y no les alcanzaba.
Conté las espaldas, una, dos, tres, ...cuarenta y siete, ...sesenta y cuatro...
¡No puede ser! Interpeló la mano-policía, mediando entre el espacio que yo ocupaba, y el de la espalda más próxima, cuando a punto estaba de alcanzarla.
Le dí un mordisco y pegué un salto para esquivarla. Dos zancadas y alcancé mi objetivo; naturalmente, lo hice por la retaguardia.
Esa fue la primera de mis futuras decepciones .
La espalda se giró. Y le ví el rostro.
(de Fragmentos)
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