3 de octubre de 2009

ESPALDAS




ESPALDAS


Me desperté viendo como toda aquella gente se alejaba. Y yo, corría detrás de ellos, y no les alcanzaba.

Conté las espaldas, una, dos, tres, ...cuarenta y siete, ...sesenta y cuatro...

¡No puede ser! Interpeló la mano-policía, mediando entre el espacio que yo ocupaba, y el de la espalda más próxima, cuando a punto estaba de alcanzarla.

Le dí un mordisco y pegué un salto para esquivarla. Dos zancadas y alcancé mi objetivo; naturalmente, lo hice por la retaguardia.

Esa fue la primera de mis futuras decepciones .

La espalda se giró. Y le ví el rostro.









(de Fragmentos)

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