29 de junio de 2010

Cambio de milenio



Cuándo y cómo perdí la pluma afilada, y la tinta de colores con la que emborronaba decenas de láminas.




Una puerta entornada por la que se escapan mil rayos de luz. Se ilumina la estancia. Me acerco de puntillas. Oteo a los lados, solo yo me he acercado. Otro paso al frente, y mi vista alcanzará lo que se esconde tras la rendija.

La duda me empuja. El miedo, resbala.


Cede la hoja. Mi mano se escapa.
El cuerpo la sigue con el alma expectante.

Las novedades y los cambios se rebelan, se atropellan en esta carrera, como niños de primaria que piden permiso a la vida antes de asentarse.

Quién se atreve a decidir el sueldo de un profesor de las noches oscuras, de un San Juan de la Cruz, o de un peregrino, o una cascada.

Mi reino por una frase que vuele hacia la nada,
que se deshaga en el abismo de tantas horas lloradas.








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