24 de agosto de 2010

ESTRÉS VACACIONAL



Pues sí: estoy estresada, vacacionalmente hablando.


He pasado los últimos meses justificando mi dejadez, en general. El abandono a su suerte de mis preciadas listas, que para eso he cultivado mi neurosis durante los últimos años. Mi registro interminable de libros, que en vez de verlo disminuir, aumenta al ritmo de mi ansiedad (¿o es al contrario?). Las películas, que ahora robo en las tres o cuatro webs online que me inspiran más confianza, y que para mi deleite aún no han vetado, las censuro a los quince minutos.
Más de lo mismo. Cada vez me resulta más difícil encontrar una que merezca la pena. Vuelvo a los clásicos.


Decenas de anotaciones con la música que me prometí buscar en Ares (además de neurótica, no acudir a las salas de cine tan modernas que tenemos, y este cansancio que ya está convirtiendo en algo regular, estafo a la SGAE, según los comentarios de los más intransigentes).
Una de mis rarezas es ir apuntando todas las canciones de las películas que visiono, para descubrir el artista/músico/compositor que se esconde detrás de cada una de ellas.


Y qué decir de los montones de cuartillas apiladas sobre mi impresora, montoncitos de diferente color, grosor y corte, trajes confeccionados a la medida de lo que llama mi atención en un momento desprevenido, sin mis Moleskine a mano.




No es de extrañar entonces este malestar general de los últimos meses, del que me rodeo a sabiendas. No soporto la calma si no es buscada, y lo cierto es que ahora me supera disfrutar de tanta, será por ello que necesito el desorden, el desconcierto, que nada se estanque en mi vida, en mi casa ni en mi alma (también estresada).




A diario me prometo que en cuanto llegue el verano me uniré a ese espíritu general de mirar los toros desde barrera, pero estoy contra la matanza de reses por deporte, así que me busco otras plazas en la que marear mi dejadez, todo por sentir que aún hay sangre tras los diez minutos que me permito de CNN, Al-Jazzira, y otras cadenas que arrastro sin esfuerzo. Las sufridoras somos así.




¿Cómo afrontaré la caída de la hoja que se avecina, con las novedades y los estrenos pertinentes, las colecciones que en el último momento decido que no compaginan con mi inestabilidad? ¿Las tardes de lluvia descubriendo antiguas anotaciones que alargan los dientes desde el fondo de un cajón?
Está decidido, me puede lo práctico y no seré yo quien reniegue de un perrito-excusa, para ir recordando en voz alta por la calle mis listados y que no me tomen por loca.



Estrés nuestro de cada día ¡hágase tu voluntad!

de Fragmentos

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