12 de marzo de 2011

LA BELLA DURMIENTE - CUENTOS DE HADAS TERRORÍFICOS I

LA BELLA DURMIENTE - CUENTOS DE HADAS TERRORÍFICOS I



Esta noche he soñado con cuentos de hadas. Desde que sé que mis células no responden a los tratamientos, que cada día desaparezco un poco, ocurre que mi mente a momentos me traiciona, y hasta he comenzado a soñar por las noches, y lo que es más sorprendente, he comenzado a recordar mis sueños, algo que nunca antes me había sucedido.

Y el sueño de esta noche era claro, más diáfano que las radiografías que tengo colgadas en la despensa, que le recuerdan a la conciencia los excesos que no le convienen. Como si eso fuera un remedio.

En el sueño yo era la Bella Durmiente. Lo sé por cómo íba vestida, el mismo traje de los troquelados que leía de pequeña, la versión de los años cuarenta o cincuenta, aquellas mangas abombachadas, la misma cinta roja en el pelo, los zapatitos que me recordaron a todos los zapatos delicados, cubiertos de tela, que es como siempre aparecían en mi imaginación. Zapatos de raso brillante, impolutos aún después de trotara trotar durante siglos en medio del bosque. Me pregunto cómo hacía Blancanieves para tener esos lustrosos zapatos en medio de la vorágine del cuento, yo que desgasto las tapas solo con ver a otros caminando.

Pues bien, recordé que como ella, yo estaba durmiendo, pero lo mío no era una cajita de cristal de bohemia, todo fino y de la mejor calidad, no, hasta en los sueños me toca la peor parte. Me acomodaba como podía en el fondo de un feo ataúd, y mi rostro sólo era visible si te acercabas y mirabas a través de un cristal que ni siquiera estaba limpio;  y yo estaba despierta, pero nadie se daba cuenta.
Al recordarlo la vista se me fue sin querer hacia los cristales de la terraza, casi opacos a causa de la porquería de la última lluvia que los cubría.

En el sueño la gente pasaba de largo, ajena a mi presencia delante del ataúd en el que yo apenas encajaba.  Los enanos del cuento lloraban a Bella Durmiente. En mi caso, yo veía pasar a mis amigos y conocidos, pero ellos no me veían. Intentaba hablarles con la mirada, pero ellos solo curioseaban  y de nuevo veía cómo se alejaban, seguían con sus vidas y sus quehaceres, sin inmutarse por verme allí, bajo una tapa de cristal. Yo no podía moverme, estaba como una figura de cera, tan hierática como los domingos en que leía las noticias claustrofóbicas del periódico. Vetada de palabra y acción, la ley de Murphy y mi único sueño hecho realidad.

La Bella Durmiente se negaba a seguir dormida...


(La Bella Durmiente, Cuentos de Hadas Terroríficos I)

2 comentarios:

  1. Tremendo sueño,Saray... Angustioso de entrada, pero imagino que ya sabes que soñar la propia muerte tiene un claro significado para los estudiosos en la materia: significa cambio y renovación. Como cambiar es morir un poco el ego actual, las resistencias son tremendas, y el sueño se queja de ese modo.
    Quizás no creas que los demás lo aprecien, no lo sé, pero recuerda que tienes a tus enanos. Sean quienes sean, o los recursos interiores que sean, parece que están ahí, CONTIGO. ;).
    Un abrazo.

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  2. Touché, Rosario, llevo un ángel de la guarda a mi lado.
    Los sueños los interpeto según la normas, en el consciente, a partir del sub-consciente, incluso in situ, cuando se trata de sueños "vívidos" (como si con una realidad no tuviera bastante brega, jajajja).
    Calderón estaba equivocado; los sueños son realidades...

    Beso poético, preciosa. Gracias por tus comentarios... ;))

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