10 de diciembre de 2011

Ya he superado los vaticinios de cuatro finales de existencia humana, tres catástrofes naturales que me dejarían también poco menos que muerta y los llantos de ocho (desde la semana pasada se nos ha sumado un insensato más, ya son pues nueve) sobrinos a los que llevo por el peor camino que conozco: dejarles que sean ellos mismos.
Visto con perspectiva (de humano talla s –sincero, solidario, socarrón-) ¿creen que desde esta distancia uno tiene agallas para lanzarse al vacio en un alarde de superviviente condecorado cien veces?

Quizá deberían probarlo.

© Saray Schaetzler, Abismo, serie Miércoles de Cenizos

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