31 de enero de 2012

La culpa es de las tormentas solares (cómo las han padecido los hipersensibles)

Los hipersensibles lo tienen mal:  cefaleas, náuseas, inquietud y nerviosismo, temblores, cambios de carácter, entre otros, señalan los entendidos que son las manifestaciones que podemos sufrir a nivel orgánico.  Sigan leyendo, que me tiene preocupada el factor a quien se señala como responsable de todo el cúmulo de desgracias que últimamente me aquejan.

Una vez superado el fin de semana en el que los más apasionados científicos de la astronomía aparecieron de nuevo en el panorama informativo para disfrutar de los escasos cinco minutos de gloria que los medios de comunicación les dedican cada cuatro o cinco años -alarmismos sobre catástrofes naturales mediante-y  pronosticaban el punto álgido de las tormentas solares que desde el pasado 2010 nos vienen afectando intermitentemente -y cada vez con mayor fuerza, esto es, cada vez más en el menor lapsus de tiempo, o lo que es lo mismo, una regla de tres simple de toda la vida; y tras la muestra de preciosas instantáneas surgidas de idílicos pueblecitos costeros de Noruega y puntos cercanos a los Polos,

EXPONGO:

QUE desde los observatorios avisan sobre una nueva llamarada solar, mucho más fuerte, a la que nos enfrentamos en las próximas semanas. 

¡Ah! que se nos va al garete esta sociedad tecnológica; ¿resistiremos un futuro sin internet, sin Ipod, sin tabletas? Pues debe de ser que no, cuando el acaecimiento ya preocupa tanto como para que  salte la alarma y aparezca en poco tiempo recogida en varios suplementos científicos, y que además varios periódicos de tirada nacional se hagan eco de la noticia, avisando sobre el efecto devastador de estas tormentas, que llegaría a afectar a nuestras telecomunicaciones.  Efectos más devastadores que el huracán Katrina, constatan entendidos de la Nasa.  Y se me hace un agujerito en el estómago, porque una es fría y no atiende a alarmismos, pero tras el último escozor cibernético al comprobar lo sencillo que resultaría perder varias carpetas de archivos en un mism día -para los que me siguen les contaré que mi fe en los milagros, o la simple destreza, han conseguido recuperar hasta el último renglón-, la que aquí rubrica se empieza a tomar muy en serio todo aquello que huele a cataclismo ofimático.

No es producto de la crisis; sus cefaleas no las provocan las últimas subidas de impuestos ni los recortes sanitarios o culturales, no.  El que usted esté en paro y no llegue a fin de mes ni pueda salir a tomar una cerveza no tiene nada que ver con el panorama actual de inmundicia a nivel político, ni es responsable de todo ello la deplorable gestión económica de aquellos que, para nuestra desgracia, son, además de corruptos y pendencieros, nuestros líderes mundiales.  Tócame los plins, pero así nos retratamos.

Así que ya lo saben; si sufre alguno de estos síntomas en los próximos tiempos siempre pueden echarle la culpa a las tormentas solares, argumento en mano.

Y con estas me voy a practicar mi deporte favorito, que consiste en el callejeo y observación de la fauna humana -mi Aurora Boreal de andar por casa- y de paso, a apuntarme a algún cursillo presencial de primeros auxilios, por si...

Buenos días.



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