DIARIO DE RUSIA, 1948
(A Russian Journal, 1948)
John Steinbeck (con fotografías de
Robert Capa)
Capitán Swing
Libros
Colección
Entrelíneas
© De las fotografías, Robert Capa
© Capitán Swing Libros, S.L., 2012
© De la
traducción, María Pérez Martín
1ª Edición,
mayo 2012
Género y
tags: Ensayo, Crónicas y reportajes, Viajes narrados, Rusia en la posguerra,
documento gráfico de Rusia, Vida y comunidades de la Unión Soviética, La
Unión Soviética tras la caída del Telón de Acero, literatura norteamericana
ISBN:
9788493982799
235 Páginas
Argumento
Dos figuras de carácter internacional: por un lado John Steinbeck, el afamado autor de obras
como "Las uvas de la ira"; del otro Robert
Capa, polémico fotógrafo y corresponsal de guerra. El nexo de unión para conseguir esta obra
será una casual conversación mantenida en una barra de bar que les unirá en un
singular y atractivo viaje a través de la Unión Soviética en los años
inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Sn lugar a dudas esta asociación despertará en ellos
la motivación perdida que les devolverá a sus orígenes e indirectamente a la
profunda pasión que caracterizaba a ambos: agitar conciencias.
Opiniones de lectores
¿Qué
debe tener un buen libro de viajes para atraer nuestra atención? Existen tantas respuestas como tipos de
lectores, pero me atrevo a asegurar que, descripciones de museos y ciudades
monumentales aparte, lo que nos incita a una gran mayoría no son sin duda las
aburridas chácharas sobre lugares que nos será fácil localizar a través de
cualquier biblioteca. La anécdota
cotidiana, la aventura de aquella noche en la que alguien se quedó encerrado en
un lugar remoto o aquellos acontecimientos cotidianos que no buscan lo
fantástico sino que nos da una idea de nuestras reacciones ante esas vivencias
sea probablemente lo que nos motiva a escuchar, leer con fruición un libro de
viajes en el caso que nos ocupa.
Cuando
el narrador es conciente de rebajar su nivel literario en pos de la historia y
así no mancillar la esencia natural del medio tanto como evitar el tono
subjetivo de la vivencia, y además se deja acompañar por un cámara con una
personalidad tan dispar como profesional, aumenta el ritmo y la intensidad del
relato. El interés por el país al que se
refiere este documento de viajes se incrementa en gran parte porque no
tropezamos con asuntos políticos ni discrepancias históricas o alusiones a
fechas que nos pudieran hacen perder ese fantástico baile de personajes de
carne y hueso descritos por este par de observadores natos.
Viajar
es un lujo mientras el protagonista no asume enterrar el ego nacionalista y la
impresión de que allende las fronteras integrarse es cuestión de abandonar la
comparación o con volver corriendo a la falsa seguridad del hogar. La certeza y el valor de Steinbeck se traducen en un relato de viajeros de raza, cercano y
ligero en su narrativa, sobre una época de posguerra en la que las leyendas
urbanas sobre el equipo contrario se sucedían una detrás de otra. El autor, no obstante, nos abre los ojos ante
su actitud templada y falta de prejuicios.
Es significativo que sea Rusia el lugar elegido, pero podría haberse tratado de
cualquier otro paraje elegido a dedo en un mapamundi. Cuando finalizamos la lectura de "Diario de Rusia, 1948"
nos plantearemos -a pesar de la diferencia de época, parajes y costumbres-, la
humanidad innata que nos dejan tanto sus imágenes como la palabra escrita que
eleva el estilo periodístico a cierto tono costumbrista.
No
negaré que narradores de viajes los hay, y en cantidades en las que la calidad
es patente; pero difícilmente nos toparemos con dos personajes que ya de por sí
crean un clima que suma un doble interés al relato.
"Diario de Rusia, 1948"
transmite las vivencias, manías, anécdotas en un lapso de tiempo de un mes de John Steinbeck y Robert Capa, y nos envuelve el tono informal que el autor deja
surgir con deliberada intención, y de ahí la frescura de este maremágnum de
imágenes -visuales y mentales- narradas y descritas por Steinbeck y apenas una pequeñísima aportación de Capa en el género escrito, casi al
final de la obra; es evidente que el fuerte de éste corresponsal de guerra
húngaro conocido bajo el seudónimo de Robert Capa era la fotografía.
Es
ahora, tras leer los comentarios de Steinbeck
sobre el desasosiego de su compañero de viaje (no deja de ser curioso que Capa
sufriera ante la imposibilidad de lograr la
foto tanto como un escritor ante el peor de los males, que es la hoja en blanco) cuando a través de la
imaginación conseguimos disfrutar con agrado de los parajes y del alegre
carácter de la mayor parte de estas buenas gentes que a pesar de haber sufrido
el drama de una complicada guerra les recibieron con los brazos abiertos, sin
excepción. Muy recomendable.
Saray Schaetzler
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