Aplaudo a aquellos que aún a
riesgo de que el dedo del ostracismo planee sobre el picaporte de su contenido
mundo y su apenas alterada sociedad se niegan a cerrar la mente o a mirar hacia
otro lado. Hacer como si no pasara nada
puede funcionar máximo hasta los cinco años de edad; a partir de ahí no existe
caridad con el deshonesto, el que no quiere saber, si al menos no lo reconoce,
debería graduar el grado de cinismo frente a un mundo corrupto, la sociedad impávida
ante la que baila, alterna los fines de semana y, algún afortunado, incluso trabaja.
Porque el desafío es hacer llegar
las voces de la desgracia, de la frustración y desespero de los que al otro
lado del puente les miran recordando viejos tiempos. Los asalariados sacan sus armónicas y cantan
en coro celebrando el fin de semana, tiempo muerto para los que acampan al otro
lado del mismo río en el que los poderosos lavan sus ansías.
Si alguno de ustedes osa
pertenecer por un solo día a esta jauría de descontento general, de apabullante
miseria emocional, de secretos a voces, de falta de motivación, porque uno no
se levanta ni me temo lo hará en este pais mientras no llegue el momento en que
su propia barba huela a quemado.
Mientras queden armónicas en este
pais, y se sienten defraudados pero no obstante
no hagan otra cosa que seguir tocando les seguiré llamando a todos
ustedes, pido permiso a la sala, soplagaitas.
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