27 de enero de 2014

¿Red de contacto, luego existo?




Cuando el individuo posee un alma inquieta y sus intereses van más allá del mero exponente profesional, las redes de contactos se reducen a un cuántoquieroparatanpocachicha.
Redes sociales que nos ponen en contacto con grupos y personas que comparten nuestros intereses, profesiones o hobbies, pero ¿cuántos de estos creen realmente pertenecer a un grupo y no se han sentido en ocasiones abrumados po...r la cantidad, más que por la calidad?
¿Quién, a sabiendas de que su comentario será leído por personajes que no comparten sus valores, se muestra sin escudo?
No es aconsejable, dicen, mostrar el lado humano, a no ser, claro está, que se trate de un ensayo para que los seguidores conformen la valía de lo que uno dice, independientemente de que sea creible o no.
La solución, confiesan algunos, es abrir varios perfiles, en donde hacer partícipes a los conocidos o a los amigos, a los que no conoces ni ganas, o a los que te motivan pero que en ningún caso querrías tener como amigo.

Resumiendo: ni el exceso de cautela ni abrir las puertas a pares debería cambiar la valía personal que cada quien se otorga, pero eso sí, existe una fina línea entre lo políticamente correcto y la barbarie alocada: si abres un perfil para buscar trabajo, como viene siendo la moda en los últimos dos-tres años, por favor, no subas las fotos de la cena del fín (del mundo) de semana con los colegas. Podría sacar ampollas en tu perfil.
 
(c) Saray SCH., 2014 
 
 

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