24 de febrero de 2016

RESEÑA - A CADA CUAL LO SUYO, de Leonardo Sciacia

A cada cual, lo suyo
Editorial Tusquets, 2009
Leonardo Sciascia
 
Mafia, Sicilia, corrupción, Italia, poderes establecidos, desapariciones.
 
 
 
Una aburrida tarde de agosto, el farmacéutico de un pequeño pueblo siciliano recibe un anónimo en el que le amenazan de muerte y al que, sin embargo, no da importancia. Pero, días después, el farmacéutico muere asesinado en el monte junto a otro respetable lugareño, el médico Roscio. Mientras los rumores causan daños irreparables, y la policía y los carabineros dan palos de ciego, sólo Laurana, un anodino pero culto profesor de instituto, sigue una pista que tal vez conduzca hasta el asesino. Ha descubierto que el anónimo estaba confeccionado con palabras recortadas de un diario católico y conservador, L’Osservatore Romano, pues su logotipo, Unicuique suum –«A cada cual, lo suyo»–, figura en el reverso de los recortes. Y se lanza a hurgar no sólo en la vida de las víctimas, sino también en la de los vecinos suscritos a ese diario. Incapaz de ver el peligro al que le abocan sus hallazgos, Laurana se convertirá en el protagonista de esta brillante novela policiaca donde la verdad mide sus fuerzas frente a los intereses de los poderosos. (Resumen editorial)
 
 
Si quieren conocer la auténtica atmósfera de un pueblecito italiano en el que los chismes son tan naturales como las desapariciones de personas, y ambas vienen licitadas por el poder establecido, léase iglesia, justicia, y estamentos de gobierno, ésta la obra indicada.
 
Una novela corta que se ciñe a la recreación del ambiente opresor, en perfecta connivencia con la cotidianeidad costumbrista, ágil, directa, con guiños de ironía por parte del autor, un perfecto crítico contra la corrupción establecida en los años sesenta en Italia, la isla de Sicilia siempre presente en sus obras.
 
Existe una película, A cada uno lo suyo (1967), interpretada por Gian Maria Volonté e Irene Papas, basada en esta misma obra.
Un descubrimiento, en donde el nivel literario se une a la magnífica narración.
 
M.A.G.

16 de febrero de 2016

NO LAS MATAN, LAS ASESINAN. Y LAS QUEREMOS VIVAS. BCNEGRA SE REBELA CONTRA LA VIOLENCIA.


¿Conocen a algún hombre que caminando sólo a las tres de la madrugada por cualquier calle tema que una mujer le ataque? La respuesta es NO.
Sin embargo, como todos sabemos, el 100% de las mujeres sí sufrimos ese temor a ser atacadas, si no violadas.  Y si algunas se sienten seguras en ese sentido, les digo yo que es más fachada que realidad, se vence con aquello de dientes, dientes, o al menos si no queda más remedio que volver a casa por la única calle, mal iluminada y solitaria, pues eso, nos los ponemos bien colocados y adoptamos pose de duras, como que no va con nosotras aquello de mirar de reojo y aguzar el oído.

Hemos tenido la suerte de que alguien pensara en nosotras, y que además contagiara la decisión de extender esta molestia a todos los festivales que sobre literatura de género negro se lleven a cabo este año, que no son pocos.  Incluiría un listado, pero temo olvidarme de nombrar alguno, mi conocida memoria de pez, y así de paso, les hago trabajar un poquito y se ponen a investigarlo ustedes.


Me gustó el encuentro que tuve con Juana Gallego, profesora de periodismo y una de las ponentes que más llamó la atención en la mesa, que además es la responsable directa de la frase con la que comienzo este artículo.  Porque se mostró contundente y sabe de lo que habla, porque no endulzó ni dramatizó, porque no se pierde en la táctica de querer agradar al bando de machos alfa que aún solicita seamos nosotras quienes les organicemos batidas en duelo contra todo aquel que no ose defender que un macho, una vez reciba clases de cómo no maltratar, nos dejará de hacer la vida imposible.  Si alguien se asombra por estas reclamaciones mejor se lo toma con calma, porque en muchas ocasiones estas peticiones de clases particulares en plan yo soy así porque no se hacerlo de otro modo, pero si me enseñan y hago que soy buenecito, me quitan parte de la condena o consigo engañar al personal a partir de ahora, y mis bravuconadas pasarán más desapercibidas dentro de las mismas instituciones que presumen de defender los derechos de las mujeres, de la boca de psicólog@s (¿han notado qué memez esta de utilizar la arroba, cuando ustedes y yo entendemos a la perfección el destino de mis palabras?) y graduados sociales de sofá que nos han pasado de los veinticinco, que van de modernos y de vuelta de todo, pero tienen menos experiencia en maltrato que mi Nancy cuando le cortaba el pelo en la secundaria.

Contamos a estas alturas con la amplia experiencia de años y se ha confirmado que estos cursitos no hacen bajar las estadísticas, señores, y encima pretender exportarlo como están haciendo a otros países, gastando lo que se necesita en otros bolsillos, como puede ser ayudando a las verdaderas víctimas, digo yo. 

 Que no, señores, que ustedes tienen que venir aprendidos de casa, y ni les vamos a quitar ni a añadir más trabajo, que bastante tenemos con el nuestro, que es defender el tipo cada día. Vamos a jornadas de 24 horas, y ya sea en el trabajo, en los espacios cotidianos, en el café de la tarde con la colega y luego cuando llegamos al transporte público para trasladarnos de un lado a otro.  Que no saben ustedes la energía que quita y cómo desgasta tener que lidiar con el techo de cristal, con los padres que se dicen ser o tener una mentalidad de las de antes, o sea, machistas de los de antes, y de los de ahora,  para qué engañarnos, que se les quiere mucho y te reconoces como sangre de su sangre, pero es que hija, vas sumando y esto no hay quien lo aguante.

Juana nos resumió la razón de por qué llamarlo violencia de género y no violencia machista.
Y nos dio su opinión sobre esta mesa redonda contra la violencia en festivales como el de hoy.

Escuchar el programa y las declaraciones de Juana Gallego aquí.

Las valoraciones finales hablaban de la procedencia de quien las expresaba:

Es necesario corresponsabilidad (Anna Choy, cabo de los Mossos)

Nunca escuchamos sobre víctimas que se levantan.  Necesitamos más historias de este tipo. Si oímos golpes, gritos, hay que ir a tocar a la puerta de nuestra vecina y decir: sé lo que está pasando (Denise Mina, escritora escocesa)

Las víctimas de la violencia de género son víctimas de la revolución silenciosa…La forma que existía hasta ahora de ser hombre, se ha acabado (Juana Gallego, profesora de periodismo).

Tomen nota, porque seguiré tratando sobre el tema tantas veces como me sea posible.

M. Antón G.

15 de febrero de 2016

DESPERTARES. Évole y su programa sobre violencia de género.

No sería extraño que ese domingo tú te hayas visto obligada a ver el programa junto a tu maltratador, y que no  te hayas enterado de que hablaban de ti al referirse a esas mujeres que por su condición de tales se ven agredidas cada día en su dignidad: qué tonta eres, no sirves para nada, no sé para que lo intentas, si no te cogerán/no se fijarán en ti/es para mujeres más jóvenes/más guapas/más putas.  No lo cuestionas, ni al maltratador, ni las actitudes, ni tu invisibilidad.  Con todo tu genio y mal carácter, que él no deja de propagar a los cuatro vientos, y te has quedado en tan poca cosa, te encoges como una abuela para sentir que así desapareces, para que nadie pregunte, para que el no se enfade, qué cansada estoy, estaré enferma.

Pero de tanto oirlo empiezas a sospechar, porque serás tonta como él dice, pero en el fondo sabes que algo no va bien, desde que te levantas arrastrando cansancios y penas profundas como tú lo haces, tú que lo tienes todo, que no sabes lo que tienes, que un día te voy a dejar en la calle, escuchas sus protestas en voz alta, aunque estés sola las voces te escoltan sin protegerte el tiempo que pasas a solas, cada vez más tiempo, más vacía, más encogida;  y esas bolsas que tratas de disimular bajo los ojos no son cosa de la edad, porque tu documento de identidad desmiente aquella que representas, la física y la otra, la emocional. 

Te han hablado de emociones, intuyes que ese programa estaba dirigido a ti y te asustas porque te reconoces en él, no sabes qué música o qué películas te gustan.  Has dejado de interesarte por todo aquello que hace no tanto te hacía vibrar.  Eran tonterías, añade él sin mirarte, pero eran tus tonterías, añades tú cuando la cordura regresa.
Y qué voy a hacer, a quién contárselo, te preguntas, si eso es precisamente lo que no hago, hacer partícipes de mi dolor a los pocos amigos que me quedan cerca, porque no lo entienden, se creen que exagero.  ¿No quieren, no pueden, o no saben verlo?  Qué más da.  Estoy sola.

Puede que ya no lo expresemos de la misma manera, puede que exista un antes y después, y sin habérselo propuesto, desde que Évole mostró interés en uno de sus últimos programas y dejó une breve muestra de lo que supone en la sociedad actual la violencia de género, algunos han empezado a hacerse preguntas y a sospechar que algo ocurre detrás de los asesinatos, de los gritos de los vecinos, de las denuncias, se retiren después o no. Algo se ha movido en tus esquemas y desde entonces estás empezando a entender que quizá las cosas no son como te las habían contado, como él te ha convencido que son, como tú te las habías creido, que ni has cuestionado ni te has parado a hurgar en la herida, porque cada asesinato te duele de un modo singular, no entiendes el motivo, si no las conocías ni sabes sus nombres, no llevas el cómputo pero estás a la expectativa cada día, por ellas, por la última, por ti.

© Despertares, por M.A.G.

10 de febrero de 2016

RESEÑA - MEDICINA SIN ENGAÑOS, de J.M.Mulet

Título: Medicina sin engaños, 2015
Autor:  J.M. Mulet
 
Editorial Destino
Novela de divulgación.
 
 
Del autor del éxito Comer sin miedo, más de 10.000 ejemplares. El libro que desmonta la medicina alternativa. Las opciones al margen de la medicina tradicional son cada vez más numerosas -flores de Bach, aromaterapia, acupuntura-, a la vez que crecen las dudas sobre su fiabilidad. El profesor Mulet, bioquímico, y auto r de la aclamada obra Comer sin miedo, desmitifica las medicinas alternativas y pone en evidencia algunos engaños; muestra cómo ciertas prácticas constituyen un mero negocio a costa de la salud y el dinero de las personas que acuden a ellas. El autor aplica su foco crítico sobre ramas como el psicoanálisis, las llamadas medicinas naturales o la homeopatía, para separar el grano de la paja y ofrecer al lector criterios objetivos para discernir en qué medida se puede fiar. Además de citar casos tan sonados como los de Steve Jobs o Jimmy Wales, Mulet aplica el rigor científico y el lenguaje directo para advertirnos que ante un problema de salud hay que ponerse en manos de un buen profesional y no dejarse embaucar por falsas promesas. ''La homeopatía no tiene más eficacia que la fe que pongas en ella''. J.M. Mulet.  (Resumen de la editorial)



Los peligros de creer a pies juntillas en que las cartas de Rappel o la bola de la bruja Lola nos muestren lo que nos deparará el futuro es un chiste, al lado de aquellos atrevidos que se atreven a caminar por el mundo de lo para-científico, para-médico, para-que-te-voy-a-contar.
 
Esperaba encontrar una obra que se dedicara poco menos que a atacar (ya que para insultar en plan programa televisivo tenemos otros espacios), y la sorpresa ha sido encontrar un filón de investigación en torno a la charlatanería generalizada en que se ha convertido el mundo de lo que se ha bautizado como medicina alternativa.
El libro se hace ameno, y no por tocar este tema se hace menos riguroso, no nos olvidemos que la información es poder, y conocer lo que nos hace daño es nuestra responsabilidad tanto como conocoer lo que pervive en el lado contrario.  Y que nadie se esconda, que la inteligencia no está en leer a los clásicos, eso es pura erudición, sino tener criterio para desgranar y utilizar en nuestro beneficio lo que podamos.

M. A. G.

7 de febrero de 2016

ENTREVISTA A HENRY MARSH por Sobre todo, no hagas daño (2016)


Makechu Antón, enero 2016 / Fotos: C. Vallvé / Salamandra

Entrevistamos a Henry Marsh, neurocirujano, que nos confiesa: “los médicos somos humanos y cometemos errores, y el resultado depende más de la buena o mala suerte que de la técnica o la experiencia”.

 

 
 
(c) 2016 M.Antón
Hotel Omm, Barcelona.  La primera impresión que me produce el individuo cuando le observo de refilón desde un ángulo de la recepción es la de un hombre delgado, de cierta edad y que no puede esconder su altura a pesar de estar sentado.  Intento ponerle un gorro imaginario de cirujano, como en la foto de la portada de “Ante todo, no hagas daño” (Salamandra, 2016), y es entonces cuando de dudar, es el doctor Henry Marsh, sin duda, y me dirijo hacia él, que se encuentra acompañado por los responsables de la editorial.

 
Usted habla de buena /mala suerte.  Deduzco un concepto einsteniano sobre un dios que juega a los dados, ¿o me equivoco?
No exactamente einsteniano.  Creo que es porque cuando uno está operando no tiene pleno control de lo que va a pasar, y cada caso en las operaciones de cerebro es ligeramente distinto. Y por mucha experiencia que tengas sigues encontrándote con nuevos problemas.  De ahí que hace que parezca que se trata de mala o buena suerte lo que ocurre.

Foto: C. Vallvé / Salamandra
 ¿Cuál es la línea que separa el error médico de la buena/suerte de la que hablábamos antes?  Eso es muy difícil de responder.  En Inglaterra y muchos otros países la prueba legal es que haces algo que muchos médicos no harían en esas mismas circunstancias, pero el problema con eso es que se compara a otros médicos actuando en  la misma situación con calma, sin estrés, y en el  mundo real no estás en esa situación de calma, sino bajo mucho estrés.  Y el otro problema es uno que sufrimos que todos los humanos, que se llama sesgo cognitivo.  El psicólogo Kahneman que ganó el Premio Nobel escribió un libro precisamente sobre esto.

Demuestra que todos, no solamente los médicos, se nos da muy mal lo de estimar las probabilidades y las cualidades de los otros. Somos poco coherentes y racionales a la hora de tomar estas decisiones.  En cirugía estamos tomando estas decisiones constantemente, decidimos operar o no, y una parte importante de mi trabajo como cirujano senior es entrenar a la nueva generación de cirujanos, y también decidir quién puede operar y quién no. 

Makechu Antón, enero 2016 / Fotos: C. Vallvé / Salamandra
¿Cómo se aprende a tomar decisiones rápidas…?  Creo que uno aprende con la experiencia, pero la conclusión a la que yo llego de manera independiente es que los demás ven los errores antes que yo, así que coincido con Kahneman.  Algo que él señala en sus conferencias y sus clases es la importancia de tener buenos colegas en la profesión de la cirugía.  La gente cree que la cirugía solo es tener unas manos muy hábiles o saber mucho de técnica, pero tan importante como esto es tener estos colegas que te digan Henry, esto que estás haciendo no está bien.

La ansiedad es una constante en su trabajo…
Sí, lo es.

¿Y cómo se libera del estrés?
Aprendes a convivir con él. Ahora solo trabajo un día a la semana en mi hospital, por lo que una de las cosas de las que más me alegro es de no estar en un estado permanente de ansiedad, pendiente del teléfono móvil, que me llamen con las últimas terribles noticias. Durante 30 años he convivido con esta ansiedad permanente.  Ayer estaba en Londres ayudando a un compañero con dos operaciones difíciles, y en un momento dado tuve que hacerme cargo de la operación y de repente me di cuenta de lo nervioso que me ponía,…y al mismo tiempo era excitante…

…como les ocurre a los buenos actores cada vez que salen a escena…
Estoy de acuerdo, al mismo tiempo fue apasionante, pero ¡si no eres un actor podría ir peor!.  La cuestión es saber controlar esa excitación.  En fín, la operación salió muy bien. Mi colega más joven no había llevado a cabo una operación así antes y  me alegro de haber podido ayudarle.  Cuando uno es un médico senior tiene que continuar adelante, no puede pedir ayuda.  Es un problema de la enseñanza en medicina.  Tienes que enseñar al cirujano más joven, pero al mismo tiempo no poner en peligro la vida del paciente, y no es fácil.  Es muy típico en muchos países que la gente con acceso al poder decida que le opere un cirujano senior, creando una situación de desigualdad.  Lo importante es no hacer ver que eso no exista, sino intentar reducir el problema y reducir la desigualdad. 

Encuentro párrafos bellísimos que me transmiten lo que sería el paroxismo del amor a la profesión. Pura poesía.
Y de la poesía pasa a describir las operaciones de un modo tan visual que me provoca temblores en las rodillas.  ¿La realidad médica no es apta para los más sensibles?
El poeta americano T. S. Eliot decía que el ser humano no aguanta demasiada realidad.  Es cierto que mucha gente no quieren ser médicos, y muchos doctores no llegan a ser cirujanos, y muchos de estos no quieren ser neurocirujanos, no a causa del aspecto técnico sino porque hay que bregar con las consecuencias o aspectos psicológicos de que las operaciones tienen un riesgo.   En el caso de un médico ortopédico hay un riesgo de que una de cada quinientas operaciones pueda salir mal, en el caso de un cirujano sería una de cada treinta, y esto tiene unos efectos psicológicos difíciles de soportar. 

Hábleme de ese momento, cuando se dispone a operar y el tiempo literalmente se para…
Cuando uno opera está tan enfocado y concentrado que no se da cuenta de todo lo que ocurre  a su alrededor, o del tiempo, Y una vez uno se empieza a sentir cansado, tras muchas horas de operación, es extraordinario cómo uno es capaz de aguantar todo ese tiempo.  Todo lo que importa está en el momento actual, en el presente inmediato. Operar es un poco eso, es muy adictivo…  

¡Tenía esa palabra en mente!: adicción...
...¡Sí, sí!  Soy un completo adicto. Y el problema aumenta a medida que me hago mayor.  Sé que pararé algún día, pero no quiero hacerlo aún.
 

¡Es un adicto!, sin duda (risas). Me imagino que tras este libro habrá recibido todo tipo de comentarios por parte de sus colegas, unos de apoyo, y alguno que quizá no esté de acuerdo con su modo de proceder…

Si a los compañeros no les ha gustado el libro, ninguno me ha dicho nada. (Risas) Mis colegas más cercanos no me dicen nada, dado que les sería embarazoso; soy consciente de que me he convertido en alguien relativamente famoso, ya que salí en un documental de la BBC, y salgo bastante en la radio, y les tengo mucho cariño.  Las cartas que he recibido, sobre todo de médicos de Estados Unidos e Inglaterra, me cuentan que les ha parecido útil y valoraban ese esfuerzo de honestidad en relación a los errores.
Recuerdo a algunas personas que me formaron a mi, generando desastres y cometiendo errores, y ya entonces aprendí que los médicos que yo respetaba eran humanos y podían cometer errores. 
¡Todos cometemos errores! ¡No somos dioses!

Muchos médicos tienen serios problemas psicológicos por ello, y espero que el libro pueda ser de ayuda.  No estoy seguro de que pueda ayudar mucho a los pacientes (risas) pero podrá ayudar un poco a los médicos. 

¿Y no cree usted que esta aseveración, a los mortales de a pie nos puede asustar muchísimo?
Es paradójico pero no debería romper la confianza de un paciente con los médicos, ya que cuando uno acude al médico como paciente más que una web fantástica y una apariencia exquisita, uno de los atributos por el que le escogeremos es que tenga honestidad; es básica para que confiemos en el médico.  Y por supuesto, el médico ante todo ha de ser honesto consigo mismo. 

Usted se proclama a favor de que sea el paciente quien decida, en último término. 
Por supuesto, pero la decisión que toma el paciente viene determinada desde hace tiempo por el médico, y el modo en que se presenta la información.  Rara vez en mi carrera un paciente no ha aceptado mis consejos.
En el trato el paciente no busca solo los hechos; quiere una opinión.  No sé cómo funciona en España, pero en Inglaterra los pacientes son reticentes a preguntar ¿usted qué haría?, porque parece implicar una falta de confianza, y de hecho es la pregunta más importante que debería hacer un paciente. 

Parece que estemos en diferentes partes de un mismo conflicto, médicos y pacientes.  ¿Deberíamos ser más benevolentes con los médicos? ¿Se ha sentido atacado injustamente en alguna ocasión?
Sí, por desgracia en ocasiones he tenido problemas en los que nos hemos distanciado, y luego ha habido un enfado entre el paciente su familia y yo, y normalmente es porque algo ha salido mal, y eso provoca por mi parte una sensación de vergüenza y de tristeza.  Es así. 

La técnica ha cambiado mucho desde sus comienzos.  ¿Qué le ha llamado más la atención en todo lo que ha visto en estos treinta años de carrera?
Lo ha hecho y es paradójico.  En los treinta y cinco años de carrera que llevo los dos grandes cambios han sido por un lado los avances en la imagen, esto es, la imagen por resonancia magnética (MRI), y el escáner cerebral (TAC o tomografía axial computerizada), y por otro los avances en la técnica del aneurisma, que ahora no se resuelve a través del cerebro sino a través del vaso sanguíneo y otro caso que es el tratamiento de un tumor muy difícil que se hace con un tipo nuevo de radiación muy precisa que se puede irradiar y no hace falta operar, con lo cual se ayuda a una de las cosas que más ayudan al progreso de la cirugía, que es eliminar la necesidad de estas operaciones que son muy desagradables para el paciente, y que permitían a los cirujanos alardear de ellas. 

En este sentido de hacerse notar en su faceta de cirujano, ¿cree que podría ahora prescindir de algún aspecto de esa técnica moderna?
El problema con algunos de estos aspectos del progreso y la tecnología es que permiten que los tratamientos sean más seguros, con lo cual se empiezan a aplicar a muchos otros pacientes, a gente que no tiene la enfermedad tan desarrollada, con lo cual aumenta el número de pacientes y el coste.  En todos los países está sucediendo lo mismo, que los costes de la medicina están subiendo por encima de la inflación.  Es una paradoja de la medicina moderna.

Te daré un ejemplo práctico de esto, ayer en la reunión que tenemos por la mañana a las ocho para repasar los pacientes que tenemos en urgencia, teníamos a un paciente con una lesión en la columna vertebral, una rotura no muy grande que normalmente se habría tratado teniéndolo en el hospital dos semanas y probablemente poniéndolo un tipo de corsé y se habría ido.  Ahora hay una operación por medio de la cual con unas pequeñas incisiones se pueden poner unos tornillos y en tres o cuatro días el paciente sale caminando por su propio pie, no tiene casi riesgo, cuesta treinta mil euros, y esto llevó a discusión entre mis colegas, ya que los más tradicionales eran más reacios a hacer este tipo de operación, y los más jóvenes eran partidarios.
En algunos países funciona el sistema de impuestos, pero en otros países con una medicina más comercial, como Alemania o Bélgica se está poniendo muy de moda este tipo de intervención. 

Al principio comentó que ahora trabaja una día a la semana, y le pregunto ahora, como diría un famoso cantante de este país, ¿a qué dedica el tiempo libre?
Trabajo mucho en el extranjero, ahora estaré dos meses en Nepal y también en Albania en julio, y quizás en Gaza en agosto, aunque no me entusiasma mucho. 
¿Sabes?, yo me aburro si me quedo sentado en Inglaterra, y nunca me canso.  A los poco días cuando regreso de un viaje ya me aburro…(risas) 

Ya lo dijimos, es un adicto…
Sí, lo soy, y también estoy escribiendo un segundo libro, estoy trabajando en ello. 

¿Y sobre qué va?  Bueno,…sobre mi (risas).

Por supuesto, ¿y qué cuenta sobre usted? (más risas)
Es más filosófico, intento escribir más sobre la eutanasia, el exceso de tratamiento, y sobre mis viajes y algunas de las cuestiones que he visto, por ejemplo en Nepal.  Fue muy interesante porque uno ve la verdadera dimensión de los problemas allí  y la terrible desigualdad que hay entre diferentes paises del mundo.  

Todo el planeta humano se va al infierno.  Trabajar por ejemplo en Katmandú… ¡Es increible la polución que hay en esos sitios!  Y qué decir de los problemas de tráfico y los accidentes. Continuamente tenemos que operar a víctimas de atropellos.  También me interesan otras cuestiones políticas relacionadas con la medicina y las peleas entre los médicos de estos lugares, que suelen ser disputas relacionadas con el dinero, de eso irá mi siguiente libro. 

Muy interesante…Desde luego, es extraordinariamente interesante trabajar en estos paises pobres.  Hay una única facultad de medicina en Nepal, con noventa plazas, pero se presentan treinta mil aspirantes.  Pero de esos noventa, el noventa y cinco por ciento, al acabar la carrera se irán de Nepal, con lo cual a los nepalíes les da mucha rabia que con sus impuestos lo que se hace al fin y al cabo es entrenar a unos médicos que se irán del pais, y ese es uno de los problemas comunes… 

Conocemos este asunto de primera mano, también en España…

Señor Marsh, ¿cómo es usted como paciente?  Mucho mejor de lo que hubiera creido (risas).  Tuve un desprendimiento de retina especialmente grave en mi ojo izquierdo, se me acumulaba mucha sangre y se convirtió en una situación bastante complicada. 
Me sometí a una operación que se hace con anestesia local, pero cuando me explicaron que me tendrían que meter cuatro agujas en el ojo dije que ni hablar, que anestesia general, que es irónico, ya que yo he desarrollado una técnica que se puede operar el cerebro con anestesia local.  Pero cuando estaba esperando y me encontré con aquella bata de papel que tantas veces había visto al otro lado de la operación, me hice la reflexión que no tenía ningún motivo para estar preocupado, que los pacientes  a los que yo había estado operando durante años tenía situaciones infinitamente más complicadas que la mia, que no era nada, y para mi sorpresa, porque soy una persona muy cobarde y ansiosa, no me puse nada nervioso.  Claro que de haber tenido un tumor o un cáncer pudiera haber sido otra cosa. 

Claro, y además nadie sabía que usted era doctor (risas)…Pero a los médicos no nos gusta operar a otros médicos, perdemos el distanciamiento y nos ponemos nerviosos.  Y es muy interesante psicológicamente, porque si operas a otro médico ambos sabéis que no sois dioses, aunque es cierto que las probabilidades de que te pongan un pleito son menores.  Uno de los temas centrales de ser médico es encontrar el equilibrio entre el distanciamiento profesional y la compasión. 

Ya me ha contestado más preguntas que tenía preparadas, ha sido un placer y muchas gracias.  No, gracias a ti.

Espero leer su próximo libro.  Me esforzaré en ello.

 
A modo de conclusión, desde el principio rondaba la duda de si el personaje haría alarde de falsa modestia, pero con estas credenciales y las molestias que se ha tomado explayándose del modo que lo ha hecho en nuestra conversación no me queda duda de que este hombre adora su trabajo, le gusta hablar de ello, y su inquietud le lleva más allá de su profesión.  Envidiable y admirable.  De mayor quiero ser como él, y mientras tanto me conformaré con seguir leyendo sus libros.
Gracias a la editorial Salamandra por su colaboración.

 
             Makechu Antón

Para leer la reseña:   http://www.anikaentrelibros.com/ante-todo-no-hagas-dano