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Makechu Antón, enero 2016 / Fotos: C. Vallvé / Salamandra |
Entrevistamos a Henry Marsh, neurocirujano,
que nos confiesa: “los médicos somos humanos y cometemos errores, y el
resultado depende más de la buena o mala suerte que de la técnica o la
experiencia”.
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(c) 2016 M.Antón |
Hotel Omm,
Barcelona. La primera impresión que me
produce el individuo cuando le observo de refilón desde un ángulo de la
recepción es la de un hombre delgado, de cierta edad y que no puede esconder su
altura a pesar de estar sentado. Intento
ponerle un gorro imaginario de cirujano, como en la foto de la portada de “Ante
todo, no hagas daño” (Salamandra, 2016), y es entonces cuando de dudar, es el doctor Henry Marsh, sin duda, y me dirijo hacia él, que se encuentra acompañado
por los responsables de la editorial.
Usted habla de buena /mala suerte. Deduzco un concepto einsteniano sobre un dios
que juega a los dados, ¿o me equivoco?
No exactamente
einsteniano. Creo que es porque cuando
uno está operando no tiene pleno control de lo que va a pasar, y cada caso en
las operaciones de cerebro es ligeramente distinto. Y por mucha experiencia que
tengas sigues encontrándote con nuevos problemas. De ahí que hace que parezca que se trata de
mala o buena suerte lo que ocurre.
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Foto: C. Vallvé / Salamandra |
¿Cuál es la línea que separa el error
médico de la buena/suerte de la que hablábamos antes? Eso es muy
difícil de responder. En Inglaterra y
muchos otros países la prueba legal es que haces algo que muchos médicos no
harían en esas mismas circunstancias, pero el problema con eso es que se compara
a otros médicos actuando en la misma situación
con calma, sin estrés, y en el mundo
real no estás en esa situación de calma, sino bajo mucho estrés. Y el otro problema es uno que sufrimos que todos
los humanos, que se llama sesgo cognitivo.
El psicólogo Kahneman que
ganó el Premio Nobel escribió un libro precisamente sobre esto.
Demuestra que
todos, no solamente los médicos, se nos da muy mal lo de estimar las
probabilidades y las cualidades de los otros. Somos poco coherentes y
racionales a la hora de tomar estas decisiones.
En cirugía estamos tomando estas decisiones constantemente, decidimos
operar o no, y una parte importante de mi trabajo como cirujano senior es
entrenar a la nueva generación de cirujanos, y también decidir quién puede
operar y quién no.
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Makechu Antón, enero 2016 / Fotos: C. Vallvé / Salamandra |
¿Cómo se aprende a tomar decisiones rápidas…? Creo que uno
aprende con la experiencia, pero la conclusión a la que yo llego de manera
independiente es que los demás ven los errores antes que yo, así que coincido con
Kahneman. Algo que él señala en sus conferencias y sus
clases es la importancia de tener buenos colegas en la profesión de la
cirugía. La gente cree que la cirugía
solo es tener unas manos muy hábiles o saber mucho de técnica, pero tan
importante como esto es tener estos colegas que te digan Henry, esto que estás
haciendo no está bien.
La ansiedad es una constante en su trabajo…
Sí, lo es.
¿Y cómo se libera del estrés?
Aprendes a
convivir con él. Ahora solo trabajo un día a la semana en mi hospital, por lo
que una de las cosas de las que más me alegro es de no estar en un estado
permanente de ansiedad, pendiente del teléfono móvil, que me llamen con las
últimas terribles noticias. Durante 30 años he convivido con esta ansiedad
permanente.
Ayer estaba en Londres
ayudando a un compañero con dos operaciones difíciles, y en un momento dado
tuve que hacerme cargo de la operación y de repente me di cuenta de lo nervioso
que me ponía,…y al mismo tiempo era excitante…
…como les ocurre a los buenos actores cada
vez que salen a escena…
Estoy de
acuerdo, al mismo tiempo fue apasionante, pero ¡si no eres un actor podría ir
peor!. La cuestión es saber controlar
esa excitación. En fín, la operación
salió muy bien. Mi colega más joven no había llevado a cabo una operación así
antes y me alegro de haber podido
ayudarle. Cuando uno es un médico senior
tiene que continuar adelante, no puede pedir ayuda. Es un problema de la enseñanza en
medicina. Tienes que enseñar al cirujano
más joven, pero al mismo tiempo no poner en peligro la vida del paciente, y no
es fácil. Es muy típico en muchos países
que la gente con acceso al poder decida que le opere un cirujano senior,
creando una situación de desigualdad. Lo
importante es no hacer ver que eso no exista, sino intentar reducir el problema
y reducir la desigualdad.
Encuentro párrafos bellísimos que me
transmiten lo que sería el paroxismo del amor a la profesión. Pura poesía.
Y de
la poesía pasa a describir las operaciones de un modo tan visual que me provoca
temblores en las rodillas. ¿La realidad médica
no es apta para los más sensibles?
El poeta
americano T. S. Eliot decía que el
ser humano no aguanta demasiada realidad.
Es cierto que mucha gente no quieren ser médicos, y muchos doctores no llegan
a ser cirujanos, y muchos de estos no quieren ser neurocirujanos, no a causa
del aspecto técnico sino porque hay que bregar con las consecuencias o aspectos
psicológicos de que las operaciones tienen un riesgo. En el caso de un médico ortopédico hay un
riesgo de que una de cada quinientas operaciones pueda salir mal, en el caso de
un cirujano sería una de cada treinta, y esto tiene unos efectos psicológicos
difíciles de soportar.
Hábleme de ese momento, cuando se dispone a
operar y el tiempo literalmente se para…
Cuando uno
opera está tan enfocado y concentrado que no se da cuenta de todo lo que
ocurre a su alrededor, o del tiempo, Y
una vez uno se empieza a sentir cansado, tras muchas horas de operación, es
extraordinario cómo uno es capaz de aguantar todo ese tiempo. Todo lo que importa está en el momento
actual, en el presente inmediato. Operar es un poco eso, es muy adictivo…
¡Tenía esa palabra en mente!: adicción...
...¡Sí, sí! Soy un completo adicto. Y el problema aumenta
a medida que me hago mayor. Sé que
pararé algún día, pero no quiero hacerlo aún.
¡Es un adicto!, sin duda (risas). Me imagino que tras este libro habrá
recibido todo tipo de comentarios por parte de sus colegas, unos de apoyo, y
alguno que quizá no esté de acuerdo con su modo de proceder…
Si a los
compañeros no les ha gustado el libro, ninguno me ha dicho nada. (Risas) Mis
colegas más cercanos no me dicen nada, dado que les sería embarazoso; soy
consciente de que me he convertido en alguien relativamente famoso, ya que salí
en un documental de la BBC, y salgo bastante en la radio, y les tengo mucho
cariño. Las cartas que he recibido,
sobre todo de médicos de Estados Unidos e Inglaterra, me cuentan que les ha
parecido útil y valoraban ese esfuerzo de honestidad en relación a los errores.
Recuerdo a
algunas personas que me formaron a mi, generando desastres y cometiendo errores,
y ya entonces aprendí que los médicos que yo respetaba eran humanos y podían
cometer errores.
¡Todos cometemos
errores! ¡No somos dioses!
Muchos médicos
tienen serios problemas psicológicos por ello, y espero que el libro pueda ser
de ayuda. No estoy seguro de que pueda
ayudar mucho a los pacientes (risas) pero podrá ayudar un poco a los médicos.
¿Y no cree usted que esta aseveración, a
los mortales de a pie nos puede asustar muchísimo?
Es paradójico
pero no debería romper la confianza de un paciente con los médicos, ya que
cuando uno acude al médico como paciente más que una web fantástica y una
apariencia exquisita, uno de los atributos por el que le escogeremos es que
tenga honestidad; es básica para que confiemos en el médico. Y por supuesto, el médico ante todo ha de ser
honesto consigo mismo.
Usted se proclama a favor de que sea el
paciente quien decida, en último término.
Por supuesto,
pero la decisión que toma el paciente viene determinada desde hace tiempo por
el médico, y el modo en que se presenta la información. Rara vez en mi carrera un paciente no ha
aceptado mis consejos.
En el trato el
paciente no busca solo los hechos; quiere una opinión. No sé cómo funciona en España, pero en
Inglaterra los pacientes son reticentes a preguntar ¿usted qué haría?, porque
parece implicar una falta de confianza, y de hecho es la pregunta más
importante que debería hacer un paciente.
Parece que estemos en diferentes partes de
un mismo conflicto, médicos y pacientes.
¿Deberíamos ser más benevolentes con los médicos? ¿Se ha sentido atacado
injustamente en alguna ocasión?
Sí, por
desgracia en ocasiones he tenido problemas en los que nos hemos distanciado, y
luego ha habido un enfado entre el paciente su familia y yo, y normalmente es
porque algo ha salido mal, y eso provoca por mi parte una sensación de
vergüenza y de tristeza. Es así.
La técnica ha cambiado mucho desde sus
comienzos. ¿Qué le ha llamado más la
atención en todo lo que ha visto en estos treinta años de carrera?
Lo ha hecho y
es paradójico. En los treinta y cinco
años de carrera que llevo los dos grandes cambios han sido por un lado los
avances en la imagen, esto es, la imagen por resonancia magnética (MRI), y el escáner
cerebral (TAC o tomografía axial computerizada), y por otro los avances en la
técnica del aneurisma, que ahora no se resuelve a través del cerebro sino a
través del vaso sanguíneo y otro caso que es el tratamiento de un tumor muy
difícil que se hace con un tipo nuevo de radiación muy precisa que se puede
irradiar y no hace falta operar, con lo cual se ayuda a una de las cosas que
más ayudan al progreso de la cirugía, que es eliminar la necesidad de estas
operaciones que son muy desagradables para el paciente, y que permitían a los
cirujanos alardear de ellas.
En este sentido de hacerse notar en su
faceta de cirujano, ¿cree que podría ahora prescindir de algún aspecto de esa
técnica moderna?
El problema
con algunos de estos aspectos del progreso y la tecnología es que permiten que
los tratamientos sean más seguros, con lo cual se empiezan a aplicar a muchos
otros pacientes, a gente que no tiene la enfermedad tan desarrollada, con lo
cual aumenta el número de pacientes y el coste.
En todos los países está sucediendo lo mismo, que los costes de la
medicina están subiendo por encima de la inflación. Es una paradoja de la medicina moderna.
Te daré un
ejemplo práctico de esto, ayer en la reunión que tenemos por la mañana a las
ocho para repasar los pacientes que tenemos en urgencia, teníamos a un paciente
con una lesión en la columna vertebral, una rotura no muy grande que
normalmente se habría tratado teniéndolo en el hospital dos semanas y
probablemente poniéndolo un tipo de corsé y se habría ido. Ahora hay una operación por medio de la cual
con unas pequeñas incisiones se pueden poner unos tornillos y en tres o cuatro
días el paciente sale caminando por su propio pie, no tiene casi riesgo, cuesta
treinta mil euros, y esto llevó a discusión entre mis colegas, ya que los más
tradicionales eran más reacios a hacer este tipo de operación, y los más
jóvenes eran partidarios.
En algunos
países funciona el sistema de impuestos, pero en otros países con una medicina
más comercial, como Alemania o Bélgica se está poniendo muy de moda este tipo
de intervención.
Al principio comentó que ahora trabaja una día
a la semana, y le pregunto ahora, como diría un famoso cantante de este país,
¿a qué dedica el tiempo libre?
Trabajo mucho
en el extranjero, ahora estaré dos meses en Nepal y también en Albania en
julio, y quizás en Gaza en agosto, aunque no me entusiasma mucho.
¿Sabes?, yo me
aburro si me quedo sentado en Inglaterra, y nunca me canso. A los poco días cuando regreso de un viaje ya
me aburro…(risas)
Ya lo dijimos, es un adicto…
Sí, lo soy, y
también estoy escribiendo un segundo libro, estoy trabajando en ello.
¿Y sobre qué va? Bueno,…sobre
mi (risas).
Por supuesto, ¿y qué cuenta sobre usted? (más
risas)
Es más
filosófico, intento escribir más sobre la eutanasia, el exceso de tratamiento,
y sobre mis viajes y algunas de las cuestiones que he visto, por ejemplo en
Nepal. Fue muy interesante porque uno ve
la verdadera dimensión de los problemas allí
y la terrible desigualdad que hay entre diferentes paises del mundo.
Todo el
planeta humano se va al infierno.
Trabajar por ejemplo en Katmandú… ¡Es increible la polución que hay en
esos sitios! Y qué decir de los
problemas de tráfico y los accidentes. Continuamente tenemos que operar a
víctimas de atropellos. También me
interesan otras cuestiones políticas relacionadas con la medicina y las peleas
entre los médicos de estos lugares, que suelen ser disputas relacionadas con el
dinero, de eso irá mi siguiente libro.
Muy interesante…Desde luego,
es extraordinariamente interesante trabajar en estos paises pobres. Hay una única
facultad de medicina en Nepal, con noventa plazas, pero se presentan treinta
mil aspirantes. Pero de esos noventa, el
noventa y cinco por ciento, al acabar la carrera se irán de Nepal, con lo cual
a los nepalíes les da mucha rabia que con sus impuestos lo que se hace al fin y
al cabo es entrenar a unos médicos que se irán del pais, y ese es uno de los
problemas comunes…
Conocemos este asunto de primera mano,
también en España…
Señor Marsh, ¿cómo es usted como paciente? Mucho mejor de
lo que hubiera creido (risas). Tuve un
desprendimiento de retina especialmente grave en mi ojo izquierdo, se me
acumulaba mucha sangre y se convirtió en una situación bastante
complicada.
Me sometí a una operación
que se hace con anestesia local, pero cuando me explicaron que me tendrían que
meter cuatro agujas en el ojo dije que ni hablar, que anestesia general, que es
irónico, ya que yo he desarrollado una técnica que se puede operar el cerebro
con anestesia local. Pero cuando estaba
esperando y me encontré con aquella bata de papel que tantas veces había visto
al otro lado de la operación, me hice la reflexión que no tenía ningún motivo
para estar preocupado, que los pacientes
a los que yo había estado operando durante años tenía situaciones
infinitamente más complicadas que la mia, que no era nada, y para mi sorpresa,
porque soy una persona muy cobarde y ansiosa, no me puse nada nervioso. Claro que de haber tenido un tumor o un
cáncer pudiera haber sido otra cosa.
Claro, y además nadie sabía que usted era
doctor (risas)…Pero a los
médicos no nos gusta operar a otros médicos, perdemos el distanciamiento y nos
ponemos nerviosos. Y es muy interesante
psicológicamente, porque si operas a otro médico ambos sabéis que no sois
dioses, aunque es cierto que las probabilidades de que te pongan un pleito son
menores. Uno de los temas centrales de
ser médico es encontrar el equilibrio entre el distanciamiento profesional y la
compasión.
Ya me ha contestado más preguntas que
tenía preparadas, ha sido un placer y muchas gracias. No, gracias a
ti.
Espero leer su próximo libro. Me esforzaré
en ello.
A modo de
conclusión, desde el principio rondaba la duda de si el personaje haría alarde
de falsa modestia, pero con estas credenciales y las molestias que se ha tomado
explayándose del modo que lo ha hecho en nuestra conversación no me queda duda
de que este hombre adora su trabajo, le gusta hablar de ello, y su inquietud le
lleva más allá de su profesión.
Envidiable y admirable. De mayor
quiero ser como él, y mientras tanto me conformaré con seguir leyendo sus
libros.
Gracias a la editorial Salamandra
por su colaboración.
Makechu Antón
Para leer la reseña: http://www.anikaentrelibros.com/ante-todo-no-hagas-dano