Por ello, las normas para formar parte de la Guardia Civil, en su creación allá por 1844, eran tener entre veinticinco y cuarenta y cinco años, medir 1,60m para la caballería y 1,58 para la infantería, saber leer y escribir y disponer de buenos informes de conducta.
Los buenos informes de conducta, en aquel tiempo, eran emitidos por el alcalde del pueblo, el cura párroco y el jefe político de la provincia. Por supuesto, tampoco podía haber mancha alguna en el paso por el ejército del candidato al cuerpo. Como vemos, ya entonces había 'pruebas de conducta' y casi entrevistas para ingresas en la Guardia Civil, tal y como ocurre hoy. Eso sí, en aquel tiempo mandaban 'las fuerzas vivas'.
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