Presentación de Una nueva forma de vida, de AmelieNothomb., para Anika entre libros.
Amelie Nothomb, una
escritora divina de estilo
gótico-romántico a la hora de vestir y clásico a la de escribir, ya que odia
–literalmente- los ordenadores.
La autora belga Amelie Nothomb
ha presentado en el Liceo Francés de Barcelona su última obra, Una nueva forma de vida (Ed. Anagrama),
un título sugerente que apenas se ha nombrado durante la conversación que la
prensa ha mantenido con esta mujer -de gesto adusto y poco pródiga en sonrisas-. Me pregunto durante toda la rueda de prensa
si acaso no será responsable su gusto por la indumentaria que mezcla toques de
estilo gótico –eso sí, très chic- con
tributos de un romántico añejo. El
sombrero de corte de amazona pone el punto preciso a un look que no llevaría
alguien que deseara pasar desapercibido.
Me da que a esta autora no le molesta llamar la atención, en ese
sentido.
Cada vez que un periodista
solicita unas palabras de la escritora, ésta fija su mirada y levanta la
barbilla unos centímetros, al tiempo que escruta a su interlocutor, sus labios
rojo cereza no se inmutan
Cuenta que es la primera novela epistolar que escribe, y como un tal Jordi le dijo, lo que tenía que ocurrir,
ocurrió, puesto lo que le llevó a la novela fue la correspondencia que le llevó
a escribir cuando era niña y adolescente, lo que ha hecho que sea este tipo de
escritora. El género epistolar, continúa,
no aparece por casualidad, ya que recibe muchísimas cartas de sus lectores y además
está lo bastante loca como para
contestarlas.
Intentaba con este libro que los
lectores entendieran que no le tenían que escribir tanto pero no lo entendieron
así, y comenzaron a escribir cuatro veces más que antes; por lo que, este puede ser un éxito
literario, pero desde el punto de vista de la experiencia ha sido un fracaso,
confiesa.
Empezó a escribir esta novela en Barcelona hace tres años, concretamente el nueve de febrero de ese año, cuando vino al Instituto Francés, y se alojaba en el Hotel Conde, una ciudad en donde ella misma dice “es posible quedarse embarazada”.
Si no hubiera contestado las preguntas de
los periodistas me conocerían menos, pero me leerían mejor.
A la pregunta de si la intención era realmente escribir sobre la escritura, como ella misma admite es una salida de emergencia, Amelie suscribe diciendo que ya en forma de novelas o cartas es una forma de vida, ante todo. Su intención es ser viva, y cuando más viva se siente es cuanto más escribe, sean novelas o cartas.
Creo que la mejor prueba de saber que estás
vivo es una carta, porque hay un sobre, una dirección, y dices, ¡ah! Alguien me
escribe.
Pensaba que esta peculiaridad era
una enferma mental solo mia, pero luego me di cuenta de que es una enfermedad
mental que muchos padecemos, escribir una carta a otra persona.
Como ya bien indica la autora, respecto
al tema de Irak no puede permitirse ser original –no como lo
resulta con su estilismo, desde luego-: Su propia opinión es como la de
cualquier europeo, asegura, y añade que las guerras modernas nunca acaban. No le gustan las guerras, como a casi
todos. Puede que Amelie vaya aún más
allá y entra en la consideración dietética, porque la guerra engorda: “No a la guerra. Todos vuelven gordos”.
Nothomb escribe todos los días de su vida, cada día se levanta a
las cuatro. Necesita estar en ayunas,
vacía, hambrienta y sigue sin comer nada hasta las seis de la tarde, que
comienza a beber champán –el día ideal,
que no cada día lo es-. Y nos da una
buena excusa: El sentido del gusto está más desarrollado y el proceso mental
que produce esta explosión de champán es espectacular -constata que lleva a una
borrachera fantástica-. Asevera que el día anterior lo experimentó en Barcelona
con el cava, y que la experiencia fue extraordinaria.
Y llega el momento manido de
hablar de la relación de la autora con la comida, ya que en su adolescencia
tuvo serios problemas con las anorexia, decidiendo un día no volver a comer
nunca más. Y así lo cumplió durante dos años, cuando se encontró a las puertas
de la muerte La enfermedad no se conocía
tanto como ahora, y además vivía en el occidente asiático, en donde no se conocía
siquiera.
Un día, nos confiesa, sucedió algo muy raro: su cuerpo y
su mente se divorciaron: su cuerpo se fue
a comer y su alma se fue por otro lado.
Necesito años para coser esas partes de su cuerpo y alma, una aventura
metafísica que le llevó a las puertas de la muerte.
Ante la disyuntiva de conocer a
un escritor o no, Amelie Nothomb no
piensa lo mismo que dice, es una paradoja, por tanto, pues aunque ella dice no
esconderse y aceptar las invitaciones ella no sabría a su vez que contarle a
otro escritor en una carta. Si tuviera
que elegir a uno sería Haruki Murakami,
como escritor, como humano y porque da la causalidad de que también nació en Kobe (Japón).
Una singularidad es que la escritora no quiere acercarse a un ordenador, y por eso le parece curioso verse incluida en esta serie titulada “mujeres modernas”, ya que precisamente cree ser la única mujer en el mundo que en estos tiempos de la comunicación aún le envía cuadernos a su editor.
Creo que en tres ocasiones ha
dejado escapar una sonrisa y ha cambiado otras cuatro de postura. Se levanta la
sesión y sale en pos de la copa de cava de la que disfrutará en la cafetería
del mismo edificio, antes de dirigirse al aeropuerto. Me resulta distante, rememoro a ciertas divas
de otros artes, y la verdad, no es mi deseo escribirle ninguna carta
mostrándole mis opiniones, seguramente terminaría en la papelera. Ya soy demasiado mayor como para ser concisa
si el teclado así no me lo pide.
por Saray Schaetzler
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