10 de noviembre de 2012

DIMES Y DIRETES

Partiendo de la premisa de supuesta igualdad o paridad existente en los puestos de poder de esta, mi sociedad, he de confesar que no conozco un solo caso de una mujer que haya sido suspendida o que se haya visto obligada a dimitir a causa de un flagrante (aquí debería escribir supuesto, algo que mi hipocresía no tolera) lio de faldas/pantalones.  Se creerán algunos que ellas, por naturaleza, son menos proclives a tales acciones, inherentes al macho según la ignorancia de cuatro(cientos) dinosaurios incultos y ciegos en lo que respecta a la sexualidad de los ángeles, en general, y de las hembras (mujeres) en particular.
 
Me seguiré dando golpes contra la pared, va por ustedes:  son ellas precisamente menos dadas a pavonearse de sus conquistas, a barrer (no se lo tomen a la ligera, de algo nos tenía que servir) las huellas de una infidelidad o dejar un rastro de migas que haga sospechar precisamente de lo contrario.  Que se lo cuenten a D.Petraeus, pillado in fraganti del modo más común, a través de un mensaje en su correo electrónico, dicen.



Mientras, ellos se jactan con sobreentendidos, frases inconclusas, ademanes que delatan la satisfacción nerviosa.
Es por todo eso y más que desde siempre las mujeres han ocupado el "privilegio" de ser convocadas para cubrir las vacantes menos satisfactorias en la escala del espionaje.
Y ustedes aquí me llevarán la contraria (ellos), el gozo es complaciente, dirán.  Y bien, yo no he expresado lo contrario, válgame dios, pongo mi condición por testigo, pero aquí se han olvidado sin querer de separar el forraje del asno: la dignidad tiene sexo, seso y lo suelen detentar muy pocos privilegiados.  La honra se gana, no se alquila ni se hereda, amén de ser traspasada.  La autoestima viene envuelta en papel de plata, como las balas del llanero solitario, y se cuentan los adeptos con los dedos de la mano.  Ningún propietario desea serlo en una empresa compuestas de muchos honrados: porque a la honra le sigue o acompaña el amor propio, y éste es más fuerte que un contrato basura, que el dinero o los malos modos.
 
Oigo a lo lejos el viento que anuncia más torbellinos: los mismos que nos abocaron al ecopago (léase Baleares, RIP) y al abono del euro por receta lloriquean hoy implorando nuestro voto, y prometiendo quitarnos las mismas losas que montaron en nuestras espaldas.  Vergüenza no tienen, está claro, quizá de ahí que de pronto el problema primordial para otros, amén de desahucios, paro, precariedad, ERES, y Ares, es alimentarnos a través de virus que los no ricos tragamos a desgana: ¿independencia? que viva el folclore de mi patria, el traje de luces de Mas, tan rebosante de bombillas navideñas que desatiende los villancicos que corren por la red (debajo pongo un ejemplo que he leido últimamente).  Como incongruente es fabricar pizzas de Casa Tarradellas y sentirse nacionalista por consumirlas.  Pero en fín, que no soy juez, solo tengo la lengua resentida y mi paridad herida.
Aprovecho para felicitarles las navidades por adelantado, por si acaso nos pillara la Primitiva, o el primo de turno que no entiende de consumismo, carestía ni retraso; ella (la Prima de r.) se la dejo a economistas resabiados.  Esto es un sinvivir.
 
 
El Villancico:   "Funcionarios españoles se dirigen al Portal
para entregar a los bancos su Paga de Navidad.
Y Rajoy en el pesebre se ríe porque está alegre!
Ni cava ni champán.
Navidad fantasiosaaaa.
¿Qué tendremos pa brindar?
Don Simón y gaseosaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
."

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