18 de noviembre de 2012

La llamada

Una amiga, (buena amiga), vieja amiga (son más de veinte años poniéndonos al día, juntando, separando, midiendo, insultando, riendo, viéndolas venir, saltando por encima, poniéndonos el mundo por montera), comparte la siguiente inquietud:
"Saray, yo pienso si todo esto tiene solución, y no la veo, es como si el mundo necesitara convulsionar desde los cimientos, que emerja un nuevo mundo, nuevas me
ntalidades, y eso que me dices, más conciencia social. ¿Será posible que cambie todo y exista una salida, adónde vamos, cómo va a terminar todo esto?".

Y qué le digo yo a una superviviente anónima que ha bregado con la cabeza bien alta y la eterna sonrisa en la boca, ahora que confiesa su frustración ante la única salida que ve, hacer las maletas y mover de nuevo el nido, a cualquier sitio en donde seguro se hará un hueco, porque lo vale y lo sabe hacer y se lo gana a pulso.
¿Qué les puedo decir a quienes además de perder el trabajo, pasan ya del límite de edad políticamente correcto (en este pais) para optar a un puesto digno (mileurista, pero digno)? ¿Y que además tienen cargas familiares? ¿Y que no tienen un hogar/refugio de unos padres o abuelos a los que acudir? etc etc.

Terminamos hablando de hombres, y lo bien que nos va la vida sin ellos. Para consuelo, el de dos tontas al teléfono.

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