Parece
que de un tiempo a esta parte (puede que el tiempo se haya convertido a estas
alturas en años) no vivimos todos en el mismo planeta.
Escucho
en la radio cómo un invitado hace balance del primer trimestre de este dos mil
trece; curioso, que se resuma un tiempo que aún no ha llegado, pero no van por
ahí los tiros. Un fallo lo tiene cualquiera, y estos señores feu... digo,
gobernantes, están tan ocupados con "sus cosas" de mayores, litigando
entre ofensas de Palacio y secretos de Estado, que he empezado a entenderles, y
aún así no compatibilizo con sus maneras, ni con su falta de valores que me
muestren una visión amplia de lo que está sucediendo, o simplemente, que
concuerde con todas las palabras que con poco trabajo les llena la boca
aludiendo a objetivos comunes y mejoras en la economía general.
Lo confieso: me siento incapaz de seguirles el hilo.
A
continuación, se vierten varias llamadas atronadoras que solo contienen
lamentos, quejas, silencios que hablan y monólogos desesperados por parte de
ciudadanos que pisan el suelo y seguramente leen los mismos periódicos que ese
señor (el invitado del que hablaba antes, el que va de vecino cuando la
realidad es que se ha empadronado en la parte del muro que no avistamos la
inmensa mayoría).
¿A quién escucho? ¿Quién tiene la
verdad en sus manos? ¿Se está deshaciendo la crisis, se derrite como un helado
como dice ese hombrecillo, que seguramente se ha preocupado más de vestir con
el traje más mono antes de salir hacia la radio y de aprenderse su guión de
memoria, como un buen chico, que en atisbar desde la ventana del coche de marca
importado, por si acaso esa mañana ve a la puerta de algún edificio una masa enardecida
gritando "STOP al desalojo", o alguien con sonrisa en la boca y los
zapatos rotos, o la cola en la actualidad inexistente de las tiendas de moda?
¿O me esfuerzo por no caer en la
misma rabia que sienten los otros, los de mi lado, los del esfuerzo diario, la
mano a la vista y los pies curtidos?
Y entonces, para despiste de los
unos, y cortina de humo de los aquellos, un señor ya entrado en años que viste
sotana y boina blanca al que le ha dado la pataleta y sostiene que deja el
cargo, ¡con lo precario que está en estos momentos el mundo laboral!.
Saray Schaetzler
Saray Schaetzler
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