LA ESTRELLA DEL DIABLO, un caso del comisario Harry Hole.
Serie Negra, editorial RBA.
En un verano excepcionalmente caluroso en Oslo. El cuerpo de una joven aparece en el suelo de su apartamento, en medio de un charco de sangre. Tiene amputado un dedo de la mano izquierda, y bajo un párpado le han colocado un diamante rojo con la forma de una estrella de cinco puntas: el emblema del diablo. Cinco días después, un hombre denuncia la desaparición de su esposa. Otro dedo cercenado con un anillo con un diamante rojo engarzado, tallado como una estrella de cinco puntas. A los cinco días aparece el tercer cadáver
y se repite el ritual. Quinta entrega de la serie dedicada al comisario Harry Hole (resumen editorial).
Entre dedo y dedo o amputaciones varias e idas de cabeza del protagonista, que tiene el don de ver, presiente qué ha ocurrido, y nos embauca con su pose de brujo moderno que no lo sabe ni él mismo, nos encanta seguir esta serie tan típica, que si no fuera por lo inusual del nombre del autor creeríamos estar siguiendo cualquier thriller americano al uso. No sé si se trata de copiar lo ya conocido, o que en algunas latitudes el crimen o la trama de novela negra se basan en actitudes que provienen de tipos malvados de cómic o que encajan perfectamente en los manidos y nada científicos manuales de algún aspirante de origen español a profiler (en estos momentos alguno me viene a la mente, y no cito a nadie, para evitar batallitas insustanciales).
Añadir que a pesar de todo, el joven Nesbo reconozco que sabe enganchar al lector, y que para mi olfato detectivesco me debo a aquello de que todo el mundo es malo mientras no demuestre o contrario, o todo escritor prolífico en un mismo tema se debe observar bajo lupa: los negros trabajan demasiado bien y no me gustaría llegar a conocer un día que alguno de mis autores favoritos no son quienes dan la cara y reciben los laureles, como ha sucedido y es un secreto a voces desde el principio de los tiempos, mal que pese o sea echar piedras sobre mi propio tejado, en lo que a negros se refiere, nada más lejos, pero cuando toca la fibra personal, ya es otro tema y una se vuelve quisquillosa, aquello de la paja en el ojo ajeno, sin duda.
De momento apuesto por este escritor noruego, que sabe poner cara de malote o de ángel según le convenga, que además de escribir canta en su propio grupo...Ya vuelvo a tener ideas paranóicas. ¿Este chico tiene tiempo para dormir?.
M.A.G.
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