A pesar de estar catalogada como comedia, el tono es dramático y tierno a un tiempo, y no defraudará a nadie. Satírica, muy británica, mantiene la atención hasta el final (créditos incluidos).
Hace poco más de diez años conocí la historia de esta mujer, pero ha sido con esta película cuando he profundizado en lo que se escondía tras la mofa y el ridículo ajeno que sentí por una mujer que competía con las peores voces que podáis imaginary que jamás habría ganado un concurso de esos que abundan en la televisión.
Ni falta que le hizo.
Cómo llegó al Carnegie Hall llenando el espacio con más de tres mil butacas es un reto que nos descubre el director británico Stephen Frears. Un aplauso.
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