Muchos escritores se arriman a editores de renombre, a ricos excéntricos y, como son listos y no tienen prejuicios, babean ante mendigos a quienes no pueden ver, y lo aclaramos: los contactos ricos de mis pobres mendigos, serán a la larga mis amigos.
Jamás compartirán copa, café o charla animada en círculos de escritores con un talento nada despreciable y unidos bajo la pasión de esa mantis religiosa que es la escritura.
Estos escritores, para quienes sienten que vivir en el anonimato es más cruel que morir por una pasión, no soportan que los amantes no necesiten comer, que una puesta de sol no tenga precio (editado), o que aquel (también escritor) al que ayer ignoraron hoy se cubra, además de fama, de cariño y honor.
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- ¿Escribes sobre aquello que quieres escribir?
- Hoy no, mi editor se ha peleado con su parienta.
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